Doña Beatriz

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Signos

Dónde planeaba estar, no dónde está, o si gestionaba o no su residencia española, es lo certificable.

Sería de lo más edificante que la señora demandara al medio español que publicó lo que alega son mentiras, y que dicho medio pusiera en perspectiva su verdad -de fuentes diplomáticas, refiere- o su derrota.

Porque afirmar que sigue en México no desmiente que intentara irse. Y decir que no se irá puede no pasar de la estrategia de quien ha sido descubierto.

La demanda en tribunales y sus consecuencias serían muy aleccionadoras. Ya sus despropósitos intelectuales son de sobra conocidos. Empezando por su pésima escritura y su desconocimiento de la Historia.

Porque México, como se sabe, no era un país cuando ocurrió la Conquista española (su territorio, como el de otros Estados de hoy, era ocupado por naciones y pueblos aborígenes, a veces en guerra por el dominio de unos a otros, como el mexica y el tlaxcalteca, o los del área violentada de Mayapán); se formó como tal tres siglos después, ya con una identidad sincrética, o mestiza, y con desigualdades e injusticias, hasta hoy, propias de sí mismo.

Y el Jefe del Estado mexicano -esposo entonces de la señora e inducido por ella- hacía un papel diplomático ridículo -que siguió haciendo su sucesora- demandando del Jefe del Estado español que se disculpara con el suyo por los agravios de un avasallamiento ocurrido cuando tampoco el Reino de España existía como tal ni los ancestros del monarca español podrían ser culpables de un daño ocasionado por ellos a México.

Entre lo poco rescatable del país de Juárez ha sido su herencia diplomática, hoy pulverizada en la frivolidad y la ignorancia.

SM

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