La cosa pública
Por José Hugo Trejo
Más allá de que se apruebe o desapruebe en la opinión pública nacional la gestión del Gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República, nunca un símil en la historia de los Gobiernos posrevolucionarios ha enfrentado en tan poco tiempo adversidades más graves y campañas mediáticas más severas y constantes contra su accionar.
Desde las decisiones que tomó para cancelar el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que se estaba construyendo en Texcoco y para el que a estas alturas y con la pandemia no hubiera recursos para concluir dado su inflamadísimo costo; para rescatar al sector energético nacional, construir nuevos sistemas y rutas ferroviarias, entre muchas otras acciones y decisiones que anunció desde su campaña presidencial, todo ha sido duramente cuestionado y muchas veces tergiversado, como sus socarronerías mañaneras, buscando su debilitamiento político personal y el desprecio electoral hacia el Movimiento Regeneración Nacional que él hizo partido exitoso pese a muchísimos elementos negativos que se le agregaron a nivel central y en todas las entidades federativas.
Hasta diciembre de 2019, acabado de cumplir su primer año de gestión, la mayor crítica se centraba en el decrecimiento económico que venía afectando al país, como parte de un problema global pero que se le endosó a su Gobierno por la decisión tomada en contra del frustrado aeropuerto de Texcoco. Sin embargo, la firma del nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá y un magno acuerdo con el sector empresarial del país para ejercer millonarias inversiones privadas y públicas durante 2020 generó ciertas expectativas favorables a su Gobierno pero no interrumpieron las críticas ácidas a su gestión.
Con la aparición del nuevo coronavirus Covid-19 en la ciudad de Wuhan, China, y su propagación como pandemia, el mundo pareció caerle encima al Gobierno de la 4T, que a decir de sus detractores no estaba capacitado para enfrentar tan tremendo riesgo sanitario. Luego la debacle económica ocasionada por las medidas de contención de la contingencia sanitaria mundial y el derrumbe de los precios del petróleo.
Por eso digo que nunca un Gobierno de México, desde el siglo pasado, ha enfrentado los retos y los riesgos que hoy enfrenta nuestro país. Son muchos y variados, todos graves y profundos. El de mayor gravedad y que todavía es inescrutable, es el de la pandemia Covid-19. Y estas son las consideraciones que tengo sobre el tema y el tratamiento que el Gobierno le ha dado:
Como nunca se reforzó en el país la capacidad hospitalaria del sistema de salud pública y se le dotó con ventiladores y equipo médico preventivo para la atención de la pandemia del Covid-19.
La participación del Ejército y la Marina ha sido fundamental para la rehabilitación de hospitales que fueron abandonados en anteriores Gobiernos y para la habilitación de hospitales provisionales que ampliaron considerablemente el número de camas disponibles para atender a los infectados por el nuevo coronavirus.
A nivel federal y en los Estados se ha dado una información permanente y suficiente sobre la afectación del contagio en la sociedad, con números precisos de infectados confirmados, decesos relacionados con el Covid-19 y estimaciones aproximadas del alcance que puede tener el contagio entre la población mexicana, con base en reglas metodológicas usadas en epidemiología.
Se dice mucho que después de esta pandemia las cosas en el mundo ya no serán iguales, que se cambiarán muchos hábitos laborales y de convivencia, que muchos negocios que ya incursionaban en el mercadeo a través de la web y con servicios a domicilio se consolidarán y los que no lo hacían y se vieron en la necesidad de incursionar en estas modalidades durante la pandemia, lo reforzarán ante los nuevos hábitos que la presencia del Covid-19 ha creado entre los consumidores.
El uso de cubrebocas y otros hábitos de higiene preventivos será más común observarlos en un buen número de individuos calados por las dimensiones alcanzadas por la pandemia que aún nos mantiene en vilo, lo que también dará auge a muchos negocios e industrias relacionadas con los productos necesarios para satisfacer dicho comportamiento sigiloso por parte de amplios segmentos de la sociedad ante el temor de que otros contagios surjan el futuro.
La epidemia del cólera de principios de la década de 1990, revolucionó el consumo de agua purificada y con ello la proliferación de negocios y el crecimiento de grandes industrias, amén de que obligó a las autoridades a incorporar clorificadores en los sistemas públicos de dotación de agua potable.
Y no dudo que la salud pública en México sufra una transformación positiva durante y después de la pandemia del Covid-19, observando lo que está ocurriendo en dicho sector a raíz de la incursión masiva del nuevo coronavirus. Y desde antes de que el mismo se diera a conocer, pues hay que recordar que además del presupuesto oficial canalizado a este ramo, el gobierno venía hablando de la necesidad de su rescate y reforzamiento por las endebles condiciones a que lo llevaron los anteriores Gobiernos. La misma venta del avión presidencial, tan polémica e inconclusa, se comprometió para la adquisición de equipos médicos.
Con experiencias tan negativas en el pasado, en las que autoridades estatales y federales se tardaron lustros en construir y poner en operación hospitales como el “Dr. Jesús Kumate” de Cancún,; la clínica de especialidades del ISSSTE y el Oncológico en Chetumal, sin contar el infame rezago histórico en instalaciones, equipo y personal médico que prevalecía en la prestación de este servicio vital para la creciente población de las ciudades turísticas del norte de la entidad, en Quintana Roo el Covid-19 motivó a las autoridades a equipar y habilitar los hospitales abandonados para hacer frente a la contingencia y con la participación del Ejército y la Marina se construyeron tres hospitales provisionales y se incrementó considerablemente el número de camas, al grado que la capacidad hospitalaria actual, con todo y que la incidencia de infectados por el nuevo coronavirus es de las cinco más altas del país, tiene una ocupación de entre el 30% y el 40%.
Sin embargo, no se pueden echar las campanas al vuelo ante los efectos no tan severos que ha tenido la pandemia del Covid-19 en México en general y en Quintana Roo en particular. Y digo no tan severos en comparación a lo que los adversarios políticos y críticos del Gobierno que encabeza el presidente Andrés López Obrador auguraron para descalificarlo ante la opinión pública nacional, porque al final de cuentas la epidemia ha sido catastrófica para todos aquellos mexicanos y mexicanas que tuvieron la desgracia de contagiarse de manera grave o de perder a un familiar cercano o a algún amigo como consecuencia de la infección. O también para aquellos cuyo sustento y el de sus familias se vio severamente afectado por perder su empleo o ver inactivo su negocio.
El riesgo para la salud de todos más que latente, sigue presente hasta que no se cuente con una vacuna contra el Covid-19 o se tenga debidamente probado un tratamiento efectivo que restablezca la salud sin mayores secuelas a quienes se infecten. Por eso no se debe bajar la guardia de las medidas preventivas tanto en lo personal como en lo colectivo. Y mucho menos en las autoridades, que si bien hasta ahora han sobrellevado la contingencia sin mayores problemas y se han preparado con la infraestructura hospitalaria y el equipamiento médico hasta ahora suficientes no han cruzado aún el río como para soslayar sus remolinos y corrientes traicioneras…
Las acciones rn salud, como en otras areas de importancia para el Pais; deben obedecer a Planes producto de un diagnostico local e internacional, muy responsable y profedional. Esta claro que el PND como muchos PEDs no tienen esa vision y por ello nos sale mas caro curar o atender emergencias, que prevenir. La Planeacion en nuestro Pais hace mucho tiempo dejo de ser importante, hoy no es la excepcion. Para el caso que nos ocupa, ni las Univerdidafes, ni los investigadores han asomado la cabeza, tal vez porque no se les ha permitido.