El Viagra de Pfizer, un cuarto de siglo de erecciones

El bestiario

Hace más de dos décadas, una pequeña pastilla azul llegó a las farmacias para combatir la disfunción eréctil y revolucionó las alcobas de medio mundo. Desde jóvenes con miedo al gatillazo hasta septuagenarios sexualmente activos, hablamos con algunos de los felices y complacidos consumidores anónimos del Viagra…, vecinos de Cancún, Playa del Carmen, Chetumal… y el resto de los Municipios de Quintana Roo. El sildenafilo (compuesto UK-92,480), vendido bajo la marca Viagra, Revatio y otros, es un fármaco utilizado para tratar la disfunción eréctil y la hipertensión arterial pulmonar (HPP). Originalmente fue desarrollado por científicos británicos y luego llevado al mercado por la compañía farmacéutica Pfizer.​ Actúa mediante la inhibición de la fosfodiesterasa tipo 5 específica de GMP cíclico (PDE5), una enzima que promueve la degradación del GMPc, que regula el flujo de sangre en el pene. Desde su disponibilidad en el año 1998, el sildenafilo ha sido el principal tratamiento para la disfunción eréctil, sus principales competidores en el mercado son el vardenafilo (Levitra) y tadalafil (Cialis)…

Santiago J. Santamaría Gurtubay

Nació como un fracaso. Lo que se intuía como un simple alivio fue una revolución. Así surgió el Viagra. Fue un efecto secundario que se convirtió en una descarga de felicidad universal al llegar hace 23 años a las farmacias. Y a las alcobas. Cuando sus precursores, comandados por el premio Nobel estadounidense Robert Furchgott, buscaban remedio a las enfermedades cardiovasculares con el sildenafilo, se dieron cuenta de que apenas producía efectos sobre la angina de pecho, pero sí de bulto en el pene de quienes lo tomaban. Apesadumbrados pero medio sonrientes, intuyeron que podían alargar muchos sueños… Uno suele rehuir la entrada en los hospitales. Cada cual tiene sus razones. Pero el deber llama para conmemorar la llegada del Viagra a México, España, Estados Unidos… Consultamos al doctor español Javier Romero Otero, quien trabaja en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Es toda una autoridad en urología. Cuando lleva cinco minutos de conversación específica, divulgativa, directa y adornada a base de dibujos instantáneos con todo tipo de vasos sanguíneos y aparatos reproductores bien marcados sobre el folio en blanco, mira de reojo y tira diagnóstico: “En los años en que se ha asentado el Viagra, aparte de la disfunción eréctil, ha cambiado el paradigma de otras enfermedades, como las cardiovasculares. Quienes presentan síntomas de lo primero es muy probable que en dos años o así puedan padecer problemas de corazón. Así que quienes llevan vida sedentaria y van sobrados de peso quedan sobre aviso…”.

Agradecida la prevención, fuera del despacho recapitulamos: ¡el Viagra fue la bomba! Lo han comprado 66 millones de personas en todo el mundo, según el laboratorio Pfizer, y solo en España, calculan, ha favorecido 50 millones de relaciones sexuales desde su aparición. La marca pionera se forró inicialmente: de los 100 millones de dólares previstos para el primer año pasó a 1,000. Resultó ser el primer potenciador a escala global. Luego se le unieron otras marcas con distintos efectos y fórmula -Levitra, Cialis…- para elegir lo que más convenga. Incluso los genéricos en los últimos años, a un precio mucho más asequible, junto a los timos por Internet. Aunque en Pfizer ahora afronten el bajón por culpa de un mercado mucho más variado, el laboratorio ya ha pasado a la historia como pionero.

El director de cine Luis Buñuel deseaba llegar a ciertos años para librarse de la tiranía del deseo: ¿Qué hubiera dicho en tiempos del Viagra?

Además, con el tiempo, el medicamento mutó también hacia sus propósitos iniciales y transformó el diagnóstico de la disfunción eréctil. Lo hizo pasar del terreno de la enfermedad psicosomática al campo coronario de nuevo, porque comenzó a verse como síntoma de problemas cardiovasculares. Bien… Si es así, ¿por qué, tal como cuenta un varón activo con 70 años -nadie quiere dar nombres a su experiencia en este reportaje, salvo los expertos-, los de su quinta aún tienen reservas para probarlo? Más si, como dice Ramón Abascal, urólogo también del hospital Central de Oviedo, “está claro que la medicina ha dado más gustos que disgustos”. Este hombre de 70 años anduvo sin ayuda hasta los 62. “Empecé a fallar en 2012”. Por entonces tenía pareja estable, pero como monógamo propiamente no se le puede calificar. Ahora tampoco abusa, aunque lo ha probado casi todo en el campo de la disfunción, aparte del Viagra: “Todos producen el mismo sofoco. Pero para relaciones estables viene mejor el Cialis. Mientras que para esporádicas, el Levitra”, aconseja hecho todo un oráculo. “Aunque, bueno, yo con cuatro o cinco veces a la semana voy que chuto, no soy de los que andan dando el salto del tigre”. ¿A la edad que tiene? Inevitable recordar a Luis Buñuel cuando en sus memorias confiesa que estaba deseando llegar a ciertos años para librarse de la tiranía del deseo: ¿Qué hubiera sido del maestro en la era del Viagra? Misterio.

Sin embargo, con nuestro amigo septuagenario se impone la naturalidad sin aditivos doctrinarios ni traumas oscuros. Pertenece a una generación que creció preparándose para que un día la fiesta se acabara. Había que aprovechar lo máximo entre los huecos que dejaba la mala conciencia de las primeras masturbaciones con obligada penitencia de confesión, una expectativa de matrimonio y el ocaso. Él ha tratado de rebelarse contra esa hoja de ruta. Por eso, cuando conoció el invento que en octubre de 1998 se introdujo en España, lo recibió como un milagro.

En España han tenido lugar 50 millones de coitos gracias al Viagra, calcula la empresa farmacéutica estadounidense Pfizer

Aquel primer año batió marcas pese al precio: se vendieron 1.5 millones de pastillas a 7,000 pesetas (42 euros) la caja de cuatro unidades de 50 mg. Una buena acogida para un país en el que se calculaba que dos millones de hombres sufrían disfunción eréctil. Las ventas aumentaron el año siguiente a velocidad desaforada, con un incremento del 60% en los siguientes 12 meses. Nada más aparecer, como quien dice, entre 40,000 y 50,000 españoles optaron por probar. “Ha cambiado la vida de mucha gente. Hablan de jóvenes suficientemente preparados, pero resulta que ahora los jubilados también nos sentimos suficientemente preparados”, comenta nuestro setentero. “A mí el viagra me ha venido muy bien. Me ha aportado mucha seguridad, por eso me resulta raro que a algunos de mi quinta les produzca reparo, sientan que si lo toman les puede dar algo. Claro que a muchos los comprendo. Cuando llevas 35 años casado, a lo mejor lo que falla es la libido, no otra cosa. Y no es que yo sea Tarzán, a ver si me entiendes. La perspectiva que te pone por delante es como la de las nuevas tecnologías. Uno no queda condenado. Con este invento, a cierta edad, tú decides cuándo parar, no tu cuerpo”. Lo llamativo es cuando aparecen datos de consumo precoz. El remedio, que se había concebido para edades avanzadas, se extiende sin freno entre los jóvenes. Una paradoja implícita a su descubrimiento como efecto secundario. Así como el equipo de Furchgott entendió su eficacia contra la disfunción eréctil y se olvidó de su propósito inicial, los veinteañeros y treintañeros lo utilizan como un seguro infalible ante las sorpresas inesperadas de la noche en edades donde debería instalarse la despreocupación. El Viagra ha roto las fronteras de la edad, aunque este aspecto espante a los médicos, a los sexólogos, a los responsables de la salud pública. Fue también una prueba. Después pasó a ser un hecho. Ahora, entre muchos menores de 40 se ha convertido en hábito.

“Hoy cualquier buen camello contemporáneo que se precie ofrece Viagra como mercancía junto a otros productos”. Lo comenta un catalán de 40 años con trabajo nocturno que comenzó a probarlo a los 31. “Me lo ofreció gratis un familiar que era visitador médico”, confiesa. Aquello tenía visos de parecer un test de mercado premeditado. Él empezó en plan lúdico con el Levitra. “Era mucho más agresivo que el Cialis, con el que estoy ahora. Viene bien para las primeras citas, cuando no conoces a la persona. Por una cuestión psicológica. A la segunda o tercera puede que ya no te haga falta. Lo que más me gusta es la erección continuada, en plan extended versión, y que puedes liberar tu cabeza de la presión. Elimina el pudor, te hace sentir más viril”.

“Lo que más me gusta es que elimina el pudor y la presión, te hace sentir más viril”, comenta un hombre de 40 años

Aunque también, en lo que afecta al Levitra, dice, hay que andar con ojo. “Los efectos no deben llevar a engaño ni a que crean que eres un superhéroe. Al fin y al cabo, es una forma de doparse que te hace muchas veces sentirte confundido. ¿Es esto real?, te preguntas. Y no sabes responderte bien”. Por si acaso, nuestro trabajador nocturno confiesa poco a la otra parte si se mete la dosis o no. “Aunque cuando ya vas cogiendo confianza lo puedes llegar a comentar: ‘Esta noche, pastillita, ya verás’. Como una forma de amor incluso, de generosidad compartida y complicidad dentro del juego de pareja”. No es lo que algún médico le ha dicho a otro hombre de 64 años que quiere compartir su experiencia: “Un urólogo me contó que al recetarlo en consulta contrastaba la sonrisa de ellos con la cara de terror de ellas, calibrando quizá cierto exceso de pasión”. Él lo probó hace siete años porque los efectos secundarios de otro medicamento le producían bajón. “Fue poco tiempo, pero muy útil. Soluciona el problema cuando se presenta. Ahora, desde luego, puede producir un priapismo sospechoso. La mujer con la que estaba entonces lo detectó. Pero he de decir que venían a ser erecciones nada molestas. Un descubrimiento, vamos. Para mí, el Viagra ha sido un pequeño hito que ha hecho feliz a mucha gente. Te metes algo para poder llegar a más lugares y conocer otras cotas. De hecho, supongo que también habrá dado pie a muchas infidelidades, aprovechando las ganas”.

Infidelidad, maldita palabra. O viceversa. Casi integral, específica e identitaria dentro del mundo gay. Como tal se define quien nos ofrece el siguiente testimonio: 58 años y jamás osó acostarse con una mujer. “Como dicen mis amigos norteamericanos, soy un gay gold star”. Por no dar, no debió ni consentirle un beso a su única novia cuando ambos tenían 21 años: “Le dije: ‘Mira, no. Me gustan los hombres”. Y eso no se estilaba mucho en el pueblo norteño donde creció. Quizá por eso no le costó apenas adaptarse al ritmo de la capital. “Los gais, ya sabes: primero follar y luego ya, si eso, hablamos”. El sexo es el centro. Y en su caso, la penetración activa es fundamental. La única opción. “En eso pesa la infancia en el pueblo. Es cuestión de educación. Nos sentimos más machos. Nosotros la necesitamos; un pasivo, no lo creo. En mi generación esa distinción era importante. Ahora no tanto. Son mucho más versátiles”. Comenzó a tomar las píldoras por recomendación de un psicólogo. “Los homosexuales de mi quinta somos algo neuróticos. Todo se encadena. La inestabilidad lleva al alcohol y de ahí a la disfunción. Comencé a tomar las pastillas y me producían náuseas, dolor de cabeza. Llegan los problemas de orgullo. Y, claro, también si se lo comentas a tu pareja, él puede pensar que puede ser un problema suyo, que no te excita o atrae lo suficiente. Al contrario también. Si tienes un amante más joven y casado con una mujer, como es mi caso, no se lo digo. ¿Dónde queda la autoestima?”. Para él, la diferencia entre tomar y no tomar afecta. Prefiere seguir disfrutando del juego. “No someterme todavía a la eutanasia sexual, como dice un amigo. Pero tampoco me frustraría perder el deseo. Dejé de fumar, dejé de beber y ya no practico sexo tanto como practicaba. El tiempo lo lleno cocinando o yendo al cine”.

“Algunos viejos que con el Viagra exigen hacerlo a pelo porque creen que sienten más profundo. Yo jamás trabajo así”

También parece cierto que en el mundo gay el efecto de una pastilla nunca se desaprovecha. “La urgencia la resolvemos sí o sí. Sabes que entras a las cinco en una sauna y puedes salir a las nueve de la noche. Siempre encuentras algo. Por no hablar de las aplicaciones. Yo no soy muy aficionado porque están acabando con los sitios de ambiente. Pero para un apretón sirven”. Otro aspecto donde aprecia el declive de esos locales es en una afición que no se daba entre los de su generación: “A los gais de mi edad no nos gustaba el fútbol, pero ahora entras en cualquier local de Chueca y están poniendo un partido. Hay sitios en los que, cuando aparezco, salto: ‘Pero ¿qué bar de maricones es este?”. Puede que dentro del mundo gay se hable tanto de sexo como de sexualidad. Ana Flora Álvarez, terapeuta sexual, sabe por sus trabajos de campo a diario que entre los heterosexuales no ocurre. “Sobre todo, entre los hombres. Nosotras sí tratamos la sexualidad. Si supieran que la mayoría de las mujeres somos clitorianas antes que coitales, necesitarían menos Viagra y lo reemplazarían por más trabajo de boca y manos”. También tiene reproches para ellas: “La masturbación no se da con la frecuencia ideal en las mujeres. Si no conocemos bien nuestro cuerpo y nuestros puntos erógenos, tampoco podremos transmitírselo a ellos”. Se cansa de advertirlo en sus terapias de grupo o sus reuniones de tupper sex, con todo tipo de artilugios propicios para la fantasía táctil.

Para fantasías, Estefanía, pocas. Lleva 20 de sus 51 años ejerciendo en la calle. Su clientela oscila entre los veinteañeros y los octogenarios. En el bolso mete cada mañana preservativos y Viagra. “La consigo porque me la procura un farmacéutico a cambio de un servicio”. Lleva mucha rabia encima. Desde niña: “Yo que no quería hacer el amor salvo con la persona que realmente quisiera, mira dónde he acabado”. En el oficio, dos hijos muertos y enterrados lejos y otro al que mantener. “No hace nada en la vida, pero si no le mando dinero y no me quiere hablar, yo ni duermo”. Así sobrevive ella amargada, pese a que muchas veces, más que sexo, lo que procura es psicología: “Lo del Viagra muchas veces es cabeza. Los jóvenes van a lo que van, pero con las personas mayores hay que tener paciencia. Contratan el servicio, se toman la pastilla, se dan una vuelta y regresan. Muchos tienen esposa, por no contar casi todos, que yo les digo: ‘Si usted tiene su mujer, ¿a qué se viene acá?’. Me dicen que por morbo, así que yo les finjo. En la calle hay hombres que no le dan importancia a la belleza, sino al trato”. Aunque también abundan peligros: “Algunos viejos que con el Viagra exigen hacerlo a pelo porque creen que sienten más profundo. Yo jamás trabajo así. Es para darles un cuascazo”.

“Con 45 años me di cuenta de que no me respondía bien ese amigo con quien tan maravillosamente me había entendido siempre: mi pene”

Para pocos trotes anda este nuevo invitado a compartir sus experiencias con 65 años. Accede con gusto, porque presume de ser un experto provisto de 10 dedos y lengua. En su caso, el exceso de alcohol y drogas le llevaron demasiado pronto a tener problemas: “Con 45 años me di cuenta de que no me respondía bien ese amigo con quien tan maravillosamente me había entendido siempre: mi pene”. Un psiquiatra le dio el remedio. “El deseo no había desaparecido; las ganas, menos”. Pero el efecto tampoco fue tan deslumbrante como para otros: “Me dio confianza, pero el sexo, a veces, pasaba sin pena ni gloria”. Lo tomaba a hurtadillas. En alguna ocasión, precipitadamente. “Entonces me veía abocado al bendito onanismo. Otras funcionaba como un enorme afrodisiaco. Ahora ando retirado; si vuelvo a encontrar pareja, recurriré de nuevo a ello y dejaré mi vida de ermitaño”. Si no fuera porque esta mujer de 52 años residente en nuestra ciudad empujó a su pareja hacia el Viagra, también él llevaría quizás una existencia de retiro. Pero ella siempre confió en el poder de la pastilla para prolongar sus relaciones, aunque tuviera sus decepciones: “Al abrir el maletero del coche de mi exmarido, descubrí bajo la alfombrilla esa que cubre la rueda de repuesto un paquete de Viagra. Si lo utilizó conmigo, no lo noté. Puede que fuera con otras…”. Aun así, no le tomó manía al medicamento. Al contrario, una vez divorciada y metida en otra relación, decidió utilizarla como regalo. “Mi pareja me invitó a un fin de semana romántico en las montañas. Era un poco chapado a la antigua. Yo no tenía ni idea de si lo había utilizado o no, el caso es que a mí él me encantaba y estaba decidida a disfrutar de su compañía”.

Fue a la farmacia y se asesoró. La noche pedía cena íntima y descorche de vino. “Te traigo un detalle, ábrelo”. Había envuelto el paquete casi con lazo. “¿Qué es?”, preguntó él. “Lo que llaman el éxtasis de la vida”, respondió ella. Se lo explicó con tacto, por si acaso se sentía ofendido en su virilidad, y él aceptó. Cuando llevaban una copa de vino y se disponían a servirse la segunda, él frenó. El alcohol estaba contraindicado para los efectos. Así que agua. Bailaron… “Entonces yo noté que aquello hacía efecto”, comenta ella, “por el roce”. Aun así, yo me di cuenta de que la cara le cambiaba de color. Siguieron, pero al entrar la madrugada el tono rojillo de los calores era morado: “Como el del vino tinto. ¡Coño! Me asusté. ¡Ay, Dios…!”. Para colmo, se le había inflamado un testículo. Pero no entraron en pánico. Se fue al baño, leyó los efectos secundarios y se calmó. No le hizo ni caso a los síntomas. La experiencia había merecido la pena: “Había roto su apatía y descubierto una especie de fuego interior que permanecía apagado. Le salió el hombre”, comenta ella. Ni discutieron la conveniencia de seguir o no seguir tomándola. Aquello rompió un tabú en él y abrió un mundo para esta mujer madura que, con un divorcio a cuestas, tiene toda una segunda vida de plenitud por delante. 

Inmediatamente se convirtió en un gran éxito: las ventas anuales de Viagra en el período 1999-2001 superaron los mil millones de dólares

El Viagra fue inicialmente diseñado para su uso en la hipertensión arterial y la angina de pecho. Los primeros ensayos clínicos fueron realizados en el Hospital de Morriston, en Swansea (Gales). ​Durante los estudios de fase I, realizados bajo la dirección de Ian Osterloh, se sugirió que la droga tenía un ligero efecto en la angina, pero que podía inducir notables erecciones de pene. Por lo tanto Pfizer decidió comercializarlo para tratar la disfunción eréctil, en lugar de la angina. El fármaco fue patentado en 1996, y aprobado para su uso en disfunción eréctil por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) el 27 de marzo de 1998. Así se convirtió en la primera pastilla aprobada para tratar la disfunción eréctil en los Estados Unidos, y allí se ofreció a la venta el mismo año.5​Inmediatamente se convirtió en un gran éxito: las ventas anuales de Viagra en el período 1999-2001 superaron los mil millones de dólares.​ La prensa británica presentó a Peter Dunn y Albert Wood, investigadores de Pfizer, como inventores del fármaco, una afirmación con la que la empresa se muestra en desacuerdo alegando que, aunque sus nombres aparecen al registrar la patente, esto es solo necesario como requisito del registro, siendo la empresa la propietaria de la patente.​

A pesar de que el sildenafilo está disponible únicamente por prescripción médica, fue anunciada directamente a los consumidores en la TV de Estados Unidos recomendado por el ex senador Bob Dole y el astro brasileño de fútbol Pelé. Numerosos sitios de Internet ofrecen Viagra para su venta después de una ‘consulta en línea’ (un mero cuestionario de la red).8 El nombre Viagra se ha hecho tan famoso que muchos falsos afrodisíacos ahora se hacen llamar ‘Viagra herbal’ o son presentados en tabletas azules imitando la forma y el color del producto de Pfizer. Viagra también se conoce informalmente como ‘la pastilla azul’ o ‘vitamina uve’ entre otros muchos diferentes nombres.​ En el año 2000, las ventas de Viagra coparon el 92% del mercado de píldoras prescriptivas para la disfunción eréctil. En 2007, sus ventas descendieron hasta el 50% debido a la competencia con otros fármacos como el tadalafilo (comercializado como Cialis) y el vardenafilo (Levitra),​ así como con sus propias falsificaciones y copias; y de la aparición de testimonios de pacientes que sufrían pérdida de visión…

La efectividad de las vacunas contra el coronavirus: Pfizer lidera la lista y AstraZeneca frena la variante brasileña

 La efectividad de las vacunas es el dato fundamental para saber si la batalla contra el coronavirus está cerca de decantarse a favor de la ciencia. Pero los datos son cada vez más esperanzadores. Tal y como recoge la CNN, en un artículo publicado recientemente, dos nuevos estudios diferentes dan fe de la efectividad de las vacunas tanto de Pfizer como la de AstraZeneca. Los estudios se han llevado a cabo, respectivamente, en Israel y en Reino Unido. El estudio israelí, llevado a cabo por el Instituto de Investigación Clalit, que forma parte de un gran sistema de salud del país, analizó datos sobre 1,2 millones de personas, aproximadamente la mitad de las cuales habían recibido la vacuna Pfizer-BioNTech. La tasa de Covid-19 sintomático, es decir, las personas que se infectaron con el coronavirus y se sintieron enfermas, disminuyó en un 94% entre las personas que recibieron dos dosis de la vacuna, según Clalit. Por su parte, la tasa de enfermedades graves se redujo en un 92%. En cuanto al estudio británico, que forma parte de un proyecto de vigilancia llamado AvonCAP, financiado por Pfizer, encontraron que una dosis de la inyección Pfizer-BioNTech o AstraZeneca fue muy eficaz para prevenir enfermedades sintomáticas lo suficientemente graves como para llevar a la hospitalización de pacientes mayores de 80 años con otras múltiples enfermedades. La vacuna de Pfizer tuvo una efectividad del 71,4% a partir de 14 días para prevenir la hospitalización entre pacientes con una edad promedio de 87 años, mientras que una sola de la de AstraZeneca fue 80,4% efectiva según las mismas medidas entre pacientes con una edad promedio de 88 años.

Por otro lado, publica Reuters, los datos preliminares de un estudio realizado en la Universidad de Oxford indican que la vacuna desarrollada por AstraZeneca PLC es eficaz contra la variante P.1, o brasileña. Los datos indican que no será necesario modificar la vacuna para proteger contra la variante, que se cree que se originó en la ciudad amazónica de Manaus. El estudio aún no ha sido publicado. Por otro lado, los primeros resultados indicaron que la vacuna de AstraZeneca fue menos efectiva contra la variante sudafricana, que es similar a la P.1. Posteriormente, Sudáfrica detuvo el uso de la vacuna en el país. Brasil se enfrenta actualmente a una segunda ola brutal del coronavirus, que alcanzó un récord diario de 1.910 muertes. La variante P.1 se encuentra entre los factores que los epidemiólogos creen que está contribuyendo a un aumento de casos y muertes, y ha habido preocupación en la comunidad científica sobre la resistencia de la variante a las vacunas.

Pfizer se une a la iniciativa de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para distribuir vacunas Covid-19 en todo el mundo

La compañía Pfizer anunció que se une sin ánimo de lucro al esfuerzo conjunto de varias organizaciones y otras farmacéuticas para asegurar el acceso equitativo de las vacunas contra el Covid-19 y para inmunizar al menos al 20% de la población de cada país a finales de año. La iniciativa COVAX también continúa su investigación y se prepara para enfrentarse a nuevas mutaciones del virus. Unos 40 millones de dosis de la vacuna contra el Covid-19 creada por la farmacéutica Pfizer serán entregadas a COVAX, la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud para distribuir inmunizaciones de manera equitativa, en el primer trimestre de este año anunció su director. Tedros Adhanom Gebreyesus anunció la firma del nuevo acuerdo al que también se añadiría el de otros 150 millones de dosis de la vacuna de Oxford y AstraZeneca. Tedros agregó que, con los acuerdos existentes, la iniciativa está en camino de administrar 2000 millones de dosis para finales de este año en los 190 países inscritos. “Este acuerdo también abre la puerta a los países que estén dispuestos a compartir dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech para donarlas a COVAX y apoyar su rápida implementación”, dijo, pidiendo una vez más que la comunidad internacional trabaje conjuntamente para garantizar la vacunación de los trabajadores de salud y las personas mayores en todo el mundo.

Agregó que el anuncio de Estados Unidos de unirse a la iniciativa, y los nuevos acuerdos significan que COVAX está “más cerca de cumplir su promesa”. “Esto no solo es significativo para COVAX, es un gran paso adelante para el acceso equitativo a las vacunas y una parte esencial del esfuerzo mundial para combatir esta pandemia. Solo estaremos seguros en cualquier lugar si lo estamos en todas partes”, aseguró el doctor Seth Berkley, director ejecutivo de Gavi, la Alianza de Vacunas, que lidera la adquisición y entrega de COVAX. El objetivo es proteger al menos al 20% de la población de cada país a finales de año. Aproximadamente 1300 millones de dosis se entregarán a los 92 países que las recibirán como donaciones ya que no pueden pagar por ellas. “La pandemia de #COVID19 está fuera de control en muchas partes del mundo. Los gobiernos y la gente están entrando en pánico y nosotros compartimos su angustia”, expresó Berkley. La OMS lanzó este mes un “Portal de preparación de los países”, que permitirá a los participantes inscritos para recibir vacunas a través de donación presentar planes de vacunación y despliegue nacional. Según la Organización, se trata de un paso vital antes de que COVAX pueda hacer las asignaciones, para garantizar que las dosis administradas puedan implementarse de manera efectiva y para identificar dónde, si es necesario, se necesita más apoyo. “Estos acuerdos de compra abren la puerta para que estas vacunas que salvan vidas estén disponibles para las personas en los países más vulnerables. Pero al mismo tiempo que estamos asegurando las vacunas, también debemos asegurarnos de que los países estén listos para recibirlas, implementarlas y generar confianza en ellas”, aseguró Henrietta Fore, la directora ejecutiva de UNICEF, agencia encargada de distribuir las vacunas. La instalación COVAX proporcionará a las 190 economías participantes una asignación indicativa de las dosis que recibirán en las primeras rondas de distribución de vacunas, esto proporcionará orientación provisional para que se preparen. “Confío en que, con su experiencia y recursos, Estados Unidos dará un empujón a los esfuerzos globales contra la pandemia”, expresó Fore.

La necropolítica es la cuestión de cuál debe ser en este momento la prioridad de la política: salvar la economía o salvar a la población

En el actual escenario de neurosis colectiva, la necropolítica y el comercio de los muertos del dolor y del espectáculo, se han apoderado de la vida pública desde la pandemia. La necropolítica define con precisión las formas tomadas por los recortes en sanidad, educación y ayudas para la dependencia en Occidente, tras la gran recesión. Su máxima es dictaminar qué vidas son dignas y cuáles no sobre las bases del racionalismo económico. Su resultado es la privatización de todos los servicios públicos, una política que aúna la pobreza masiva y la división de clases. Achilles Mbembe fue quien inventó el término necropolítica para hacer referencia a esta variante del capitalismo en su libro ‘Necropolítica’. La pandemia cambiará la forma en que nos relacionamos con nuestro cuerpo, puesto que este se ha convertido en una amenaza para nosotros mismos y para la sociedad: “Ahora todos tenemos el poder de matar. Una potestad que ha sido completamente democratizada. El confinamiento es, precisamente, una forma de regularlo”, declara Mbembe. También el virus supone una vuelta de tuerca al concepto de la ‘Nuda Vida’ del filósofo italiano Giorgio Agamben, como la vida expuesta a la muerte mediante la violencia del soberano, del Estado, quien decide, mediante un estado de emergencia, qué vidas tienen más valor que otras. Agamben lo explica de esta manera: “Tal vida se sitúa en cierto modo en la encrucijada entre la decisión soberana sobre esa vida suprimible impunemente y la asunción del cuidado del cuerpo biológico de la nación, y señala el punto en que la biopolítica se transforma necesariamente en tanatopolítica”.

Otro debate que evoca la necropolítica es la cuestión de cuál debe ser en este momento la prioridad de la política: salvar la economía o salvar a la población. Los gobiernos de Jair Bolsonaro, en Brasil, y de Donald Trump, en Estados Unidos, han sido un ejemplo. La necropolítica busca transformar a los seres humanos en mercancía según la lógica de los mercados. Es una nueva variante de la biopolítica de Foucault, en el que vida pierde toda su esencia y las instituciones financieras —como el Fondo Monetario Internacional— manejan la economía de un país. Mbembe habla en su libro de habla de una “economía de concesiones”, hecha de “monopolios lucrativos, contratos y acuerdos secretos y favores ilícitos que lejos de suponer una  marginalización, consisten en una unión y solapamiento de las redes internacionales de traficantes e intermediarios extranjeros y los negociantes y tecnócratas locales”. Ya no solo opera en el Tercer Mundo. Occidente, actualmente, es la máxima expresión de la necropolítica. El coronavirus está demostrando la ausencia de cohesión de las instituciones de los Estados europeos en la actualidad. Sin apenas clases medias tras el fin de la gran recesión, el deterioro institucional será mayor. La pésima gestión de la pandemia por parte de una Unión Europea que sigue sin enterarse de qué va esto —el último espectáculo de las vacunas ha sido dantesco— alimenta la sensación de que ni hay plan ni hay alternativa a lo que ofrecen desde Bruselas y Estrasburgo.

La pandemia ha llegado en un momento histórico, el Estado nación está resurgiendo desgastando las organizaciones internacionales

En el régimen biopolítico actual, la epidemiología, de la mano del solucionismo, es una de formas más completas de la influencia ejercida desde finales del siglo XIX en las ciencias sociales. Como bien apunta Roberto Expósito, se está produciendo un doble proceso de medicalización de la política y politización de la medicina: “La política, desvaneciendo sus coordenadas ideológicas, ha acentuado cada vez más un carácter protector contra riesgos reales e imaginarios, persiguiendo temores que a menudo se produce a sí misma”. El biocapital construye una “fórmula de capitalismo que hará más que evidente la enorme brecha existente entre los Estados occidentales y los del Tercer Mundo: los primeros podrán acceder a las últimas innovaciones en la materia, y los últimos, no. El virus entiende de clases. ¿Todavía hay alguien que piense que nos hará mejores?”. Las palabras de Aristóteles sobre los contornos cada vez más difusos entre oligarquía y democracia —“el hecho de que unos pocos o muchos gobiernen es accidental para la oligarquía y la democracia: los ricos son pocos en todas partes, y los pobres, muchos”— son una prueba de hasta qué punto, un nuevo mundo globalizado, con comunicaciones al instante, en el que cada vez surgen más oportunidades, presuntamente, de prosperar, pueden acotar cada vez más las diferencias entre democracia, libertad y progreso, beneficiando a una élite a la que poco le importa la existencia de un gobierno democrático, así como de una dictadura, porque sus derechos seguirán intactos. Las diferencias entre oligarquía y democracia son mucho más sutiles de lo que pensamos. La democracia necesita clases medias fuertes. Y para la democracia liberal, la sociedad se ha de estructurar de tal forma que la ciudadanía pueda subir y bajar del escalafón social. Sin embargo, en vez de separaciones bien definidas entre clases, lo que tenemos son muchos tonos grises, con la mayoría de la gente arracimada en el medio. Fuera de esa franja estrecha la democracia es un fraude.

A medida que aparezcan nuevas y amedrentadoras formas de estratificación económica —el coronavirus acentuará más esa brecha entre “señores” y “vasallos”— y social en un mundo cada vez más basado en la capacidad de manejar y analizar cantidades ingentes de información, también puede emerger una nueva política para nosotros, menos parecida a la que imaginaron los teóricos de la democracia. Antiguamente, la brecha que separaba a gobernantes y gobernados radicaba en su formación: los gobernantes a menudo eran personas que guiaban a las masas analfabetas. Pero esa élite intelectual hace tiempo que fue sustituida por las élites económicas, con lo que esos abismos análogos entre gobernantes y gobernados se diluyen gracias a la globalización. Fosas en las que las decisiones de los gobiernos pueden no ser tan significativas como décadas atrás. La pandemia ha llegado en un momento histórico en el que, en política exterior, el Estado nación está resurgiendo y acelerando el desgaste de las organizaciones internacionales —el Brexit ha herido de muerte a la Unión Europea, la OTAN, en palabras de Macrón, “está en muerte cerebral” y la ASEAN se muestra incapaz de hacerle frente a China— o la aparición de hegemones a nivel regional en el Pacífico y Oriente Medio, como China e Irán. Es posible que la política exterior actual no sea ni “moderna” ni “posmoderna” y sí más “clásica”: antiguas potencias imperiales como Rusia, Turquía, India e Irán —además de China— están creciendo cada vez más, desplazando el eje de la política de Europa a Oriente Medio hasta llegar al Sudeste Asiático.

El realismo político ama el equilibrio de poder, una perspectiva política arraigada en la tragedia y la aceptación modesta de lo posible

Que Joe Biden haya ganado las elecciones estadounidenses es una buena noticia, porque puede ser posible que se retome la alianza especial entre los presidentes demócratas con sus correligionarios europeos. Uno de los grandes errores del republicano Donald Trump como presidente fue el de haber abandonado a sus socios europeos e insistir en una política de suma cero con China, en el que una de las dos partes ganaba o perdía. En cambio, un régimen de libre comercio con China habría aumentado la participación americana en el Sudeste Asiático y en el Pacífico, protegiendo a dos de sus aliados estratégicos como India y Japón; un sistema de libre comercio con Europa podría frenar la creciente influencia china en Europa. El realismo político ama el equilibrio de poder, una perspectiva política arraigada en la tragedia y la aceptación modesta de lo posible. Trump, como iletrado que es, no lo ha sabido ver. Trump, como Obama y Clinton, en su momento, ha obviado que China juega con otras reglas: no aspira a ser una potencia revolucionaria ni a exportar su modelo de Estado. No tiene el idealismo de Europa y Estados Unidos en materia de derechos humanos, porque nunca han tenido una tradición e instituciones que desarrollasen esos derechos humanos. Su objetivo es hacer negocios y llevar a cabo un capitalismo práctico sin alterar el statu quo de otros países. Por ello, la defensa de los derechos humanos y de la democracia liberal en aquel país no es realista; supone no entender la mentalidad del pueblo chino y del confucianismo en particular. Además, las experiencias en Oriente Medio tendrían que haber servido a Occidente en este sentido.

No se puede coger una pizarra en blanco y pensar que lo que vale en Europa y Estados Unidos sirve en otros lugares del mundo. Raymond Aron fue inteligente cuando escribió sobre las “coacciones del pasado” de los pueblos. El arte de gobernar en la actualidad implica aceptar un determinismo parcial que reconozca diferencias obvias entre grupos y regiones, sin hacer apuestas temerarias basadas en la esperanza. La política internacional, a diferencia de la política interior, está rodeada de incertidumbre. La intuición en estos casos juega un papel fundamental. Estados Unidos, con su machacona tendencia a dividir el mundo entre buenos y malos, se asemeja más al espíritu de los monjes medievales que al de Maquiavelo y los pragmáticos renacentistas reivindicados por James Madison, Thomas Jefferson o Alexander Hamilton. En el caso de Europa, la falta de flexibilidad de la Unión Europea, su inmovilismo, es sinónimo también de fatiga. Alemania ya no oculta la imposibilidad de que la Unión Europea tenga una política de defensa estratégica autonómica. Esto es la prueba de que en Bruselas reina el fatalismo. Y no es cuestión de ser agoreros: basta con leer la historia para entender cómo funcionan sus ciclos. Las civilizaciones nacen, crecen, tienen épocas prolongadas de bonanza y finalmente decaen. Oswald Spengler lo expresó a la perfección en ‘La decadencia de Occidente’. Hay analogías más que interesantes entre el sentimiento de desarraigo que Spengler plasmó en su célebre obra y en la Europa actual, como la reacción de las élites ante las masas y su desconfianza en ellas. La Europa de la década de los veinte y treinta del siglo pasado estaba muerta en todos los sentidos. Hubo potencias vencedoras y vencidas. Pero nuestro estilo de vida había desaparecido en todos los sentidos. Los mandarinatos culturales y políticos de nuestro continente solo prestaron atención a los totalitarismos nazi, fascista y comunista cuando tomaron el poder.

Europa debe recuperar el espíritu tras la Segunda Guerra Mundial para afrontar la devastadora crisis económica que traerá el virus

Las élites de Bruselas, en la actualidad, como las del primer tercio del siglo XX, han dejado de lado los valores europeos. Su discurso no llega. Aburren. Transmiten apatía. No tienen una política que calme el desencanto de los euroescépticos. Ignoran las guerras culturales y están perdiendo la batalla política contra China y Rusia. Como la clase dirigente a la que Spengler referenciaba en su ensayo, la clase dirigente de la Unión Europea parece haber adoptado la indolencia, la resignación y el relativismo moral. Europa debe recuperar el espíritu que le llevó al éxito tras la Segunda Guerra Mundial para afrontar la devastadora crisis económica que traerá el virus. Pero ha preferido seguir apostando por las fórmulas que la han conducido al colapso. Urge un New Deal a nivel europeo, pero no hay en la Unión Europea ni entre los Estados miembros un mandatario que pueda estar a la altura de las circunstancias…

A pesar de estos análisis millones de ciudadanos de todo el mundo que han tenido el privilegio de vacunarse con Pfizer, fantasean con su ‘remedio’ contra el Covid y no descartan nuevos ‘efectos secundarios’… En medio del terrible balance de muertes, 3.8 millones, y contagiados, 178.6 millones en todo el planeta, el mero hecho de poder haber tenido acceso a la vacuna de los laboratorios farmacéuticos que repartieron al mundo el Viagra, desde su sede en Nueva York, está provocando una descarga de felicidad universal, incomparablemente superior al de la pastilla azul.

El país más con más casos en términos absolutos es Estados Unidos, con más de 33.5 millones de contagios (y 601,000 fallecimientos), seguido de la India, que se ha convertido en el segundo país con más casos con cerca de 30 millones de diagnósticos (y más de 388,000 muertos), y de Brasil, que roza los 18 millones de infecciones (y supera el medio millón de decesos). El ritmo de los contagios y muertes a nivel global continúa descendiendo, según el último informe epidemiológico de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que destaca que la segunda semana de junio fue la de menor incidencia de la Covid-19 desde febrero. Los nuevos casos bajan especialmente en el sureste de Asia, con un 27 % menos, y en Europa, donde el descenso es del 13 %; también caen los contagios en el Pacífico occidental, con un 10 %; en América, con un 4 % menos, y en el Mediterráneo oriental, un 5 %. La única región en la que aumentan los casos es África, donde crecen un 44 %, al tiempo que las muertes se disparan un 20 %. En este sentido, los fallecimientos se reducen drásticamente en Europa, con un 17 % menos, y en América, donde caen un 7 %, a medida que en ambas regiones avanza la vacunación. Sin embargo, siguen al alza en el sureste de Asia, donde se registran un 12 % más de decesos.

Los países que más casos nuevos registran son India, pese a que han caído un 31 % respecto a la semana anterior y Brasil, que se mantiene en un ritmo de unos 450.000 contagios semanales. Argentina logra reducir la incidencia, con un 17 % menos de contagios, mientras que repuntan los casos en Estados Unidos, un 6 % más que una semana antes. En cuanto a las muertes, América y Europa suman casi el 80 % de las que se han producido en el mundo, mientras que Asia, el continente donde surgió la pandemia, reporta algo más del 18 % de fallecidos. A principios de junio, Perú llevó a cabo una revisión de sus datos que supuso la incorporación de más de 115,000 fallecidos por coronavirus a su estadística oficial. Con más de 180,000 muertes registradas, el país sudamericano se ha convertido así en el de mayor tasa de mortalidad del mundo. Con todo, el recuento oficial de muertes por Covid-19 es sin duda inferior al exceso de muertes reales. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que las cifras reales de muertes por coronavirus son dos o tres veces mayores que el recuento oficial, debido en buena parte al colapso vivido en el sistema sanitario de muchos países que ha impedido un seguimiento fiel del impacto de la enfermedad.

En Estados Unidos, la nación más azotada, la llegada a la Casa Blanca del demócrata Joe Biden ha supuesto un cambio de rumbo en la gestión de la pandemia. Por otro lado, China, el país epicentro del brote, ha contenido durante meses el avance de la pandemia. Ahora en Asia el país más afectado es India, el segundo más poblado del mundo, que no ha podido evitar la expansión. En África, el ritmo de contagios se ha acelerado desde noviembre y supera ya los 5 millones de casos y 137,000 muertos de la mano de la segunda ola que atraviesa el continente bajo la amenaza de las nuevas variantes del virus y la escasez de vacunas. Y en Latinoamérica, la rápida propagación del virus en Chile, Perú, Colombia, Panamá y Bolivia está desbordando los sistemas sanitarios del continente. En Oceanía, la tónica han sido las restricciones severas. Australia, que ha registrado más de 30,000 contagios y poco más de 900 muertes, se vio obligada a imponer restricciones en verano tras controlar durante varios meses la expansión del coronavirus. Nueva Zelanda, que impuso un confinamiento muy estricto, declaró el país libre de coronavirus el verano pasado y lo volvió a conseguir en diciembre tras controlar sus brotes activos.

@SantiGurtubay

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