En el camino de la recuperación

El Minotauro

Nicolás Duran de la Sierra

Con la dación de despensas en todo Quintana Roo ya en marcha, entre otros aportes solidarios y la apertura de créditos y apoyos federales directos a la base social más amplia, el Estado y el país comenzaron ya la ruta de la recuperación de los estragos que nos ha dejado y deja todavía la epidemia del coronavirus. El camino es largo, cierto es, pero ya lo iniciamos.

Los informes alientan un optimismo moderado en lo que toca a lo sanitario, pues evidencian que el manejo de la expansión de la epidemia o su ‘doma’, como dicen los especialistas, resulta efectivo, aunque el triunfo todavía está lejano. Aunque atracado por años y con numerosas carencias, nuestro aparato de salud pública es un gran paraguas ante la tormenta que azota a la humanidad.

Cabe destacarse la esforzada labor del Gobierno estatal, autoridad sanitaria en Quintana Roo, para abastecer a los hospitales tanto de equipos como de medicamentos y aislar los casos detectados. El recién logrado puente aéreo entre México y China, un éxito diplomático en un mundo donde estos productos son oro puro, habrá de resolver pronto las deficiencias en la materia.

El proyecto de recuperación económica emprendido por el presidente López Obrador es atinado, pues alienta al mercado interno y genera economía de base; supera a la mera filantropía, pues para la recuperación financiera, se necesita estabilidad y el hambre y el desempleo no abonan a ella. Ha comenzado a correr dinero federal como nunca antes en la historia de México.

No obstante, el que ese efectivo no se canalizará por el Consejo Coordinador Empresarial, como se hacía antes, generó la cólera de varios empresarios –no todos- que iniciaron una campaña de desprestigio contra el propio presidente. ¿Cómo es que no les va a dar a ellos un mini Fobaproa cancelándoles impuestos como en el H1N1? El mundo está cambiando y ellos no se quieren enterar.

Los grandes, los que entienden que si la base social no tiene dinero, ellos no tienen negocio -Carlos Slim, Jorge Larrea o Alberto Bailleres, empresarios mayores-, quizá no por bondad sino por conveniencia se sumaron al proyecto. No sobra decir que es el trabajo el que genera la riqueza de un país y no la concentración del capital. Parece que los viejos socialistas alemanes tenían razón.

Hay bases para un moderado optimismo, y si bien aún el puerto no está muy cercano, vamos con buen viento, usando una marinera metáfora. El que en lo estatal y en lo nacional se preparen en estos momentos para emprender la recuperación es, sin duda, buen augurio, pese a que haya quienes apuesten al fracaso, aunque en ello, de manera literal, les pueda ir la vida.

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