
CIUDAD DE MÉXICO.- La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó desde la Mañanera del Pueblo que el impuesto del 8 por ciento a los videojuegos violentos, contemplado en el Paquete Económico 2026, no se aplicará el próximo año.
La mandataria explicó que la medida fue descartada debido a la dificultad técnica y legal para diferenciar qué títulos pueden considerarse violentos y cuáles no.
“Ya no se va a cobrar ese impuesto. Es muy complicado distinguir entre un videojuego que tiene violencia y uno que no. ¿Quién determina eso? Por esa razón tomamos la decisión de no implementarlo”, señaló.
En lugar del gravamen, Sheinbaum adelantó que su gobierno impulsará campañas de concientización sobre el uso de videojuegos con contenidos violentos, ante el riesgo de que estos promuevan conductas agresivas, especialmente entre niñas, niños y adolescentes.
La propuesta original planteaba aplicar un cargo adicional del 8 por ciento al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a videojuegos físicos y digitales a partir del 1 de enero de 2026. El impuesto estaría dirigido únicamente a los títulos clasificados como “violentos extremos o para adultos”, al considerarse que podrían representar riesgos sociales.
Sheinbaum indicó que, en su lugar, se fortalecerá la Estrategia Nacional por la Paz y contra las Adicciones, un plan integral que busca prevenir y atender problemáticas relacionadas con adicciones y conductas de riesgo entre jóvenes y familias mexicanas durante el periodo 2025-2030.
Esta estrategia es coordinada por diversas dependencias, entre ellas las secretarías de Gobernación, Educación, Salud, Cultura, Mujeres, Trabajo, Seguridad, así como la Agencia de Transformación Digital y distintas instituciones del sector salud.
Por su parte, el secretario de Salud, David Kershenobich, afirmó que el gobierno analizará de manera más profunda el contenido de ciertos videojuegos que podrían afectar la salud mental de los jóvenes.
Como ejemplo, señaló que en algunos títulos con altos niveles de violencia también se normaliza el consumo de drogas y alcohol, factores que pueden influir negativamente en el comportamiento y desarrollo emocional de la población juvenil.