México, entre el Maximato de Calles y el de López Obrador

Signos

La primera transformación sistematizada y legitimadora del traicionero ideario de los caudillos vencedores del movimiento agrario de Villa y de Zapata fue el Partido Nacional Revolucionario, fundado por el general Calles, también llamado el Jefe Máximo y quien impuso una dictadura de dos décadas -usando presidentes títeres y a sus órdenes- conocida como el Maximato.

La segunda transformación fue la consumada con el Partido de la Revolución Mexicana, fundado por el general Cárdenas, para simular mejor y mediante un amplio espectro de concesiones sociales la usurpación de los ideales de la lucha campesina que, durante el periodo del Maximato callista y el PNR, no se habían cumplido, y más bien el porfiriato sólo se había reemplazado por la rapacidad implacable y sangrienta de los generales vencedores y la nueva oligarquía ‘revolucionaria’.

La tercera transformación fue la del Partido Revolucionario Institucional, fundado por el universitario presidente Alemán justo para institucionalizar -y diluir en la apariencia de los derechos populares consumados en organismos públicos y en organizaciones representativas diversas (de los sectores campesino, obrero y popular: la CNC, la CTM y la CNOP, dirigidas por voraces caciques institucionales) pero sometidas al monopolio presidencial absoluto-, para institucionalizar, decimos, la traición revolucionaria mediante un Estado y un régimen civilistas de partido único en lo fáctico y pluralista en la entelequia constitucional: la ‘dictadura perfecta’, según la perfecta definición de Vargas Llosa.

La cuarta transformación es la del Partido Movimiento de Regeneración Nacional.

Es la emergida de los falaces ala y discurso izquierdistas del viejo PRI (o cobertura ideológica de su esencia oligárquica y traicionera con el ideario social de la revolución agrarista expropiada e institucionalizada en una genética de la corrupción y la simulación, alimentada en la preservación de la miseria educativa perpetua merced a los monopolios sindicales y de la industria mediática y la cultural).

Ala y discurso izquierdistas que habrían de fecundar, desde su origen priista de falacia revolucionaria al Partido de la Revolución Democrática, se han convertido en la cuarta transformación del ideario usurpador del movimiento agrarista sintetizado por vez primera en el partido revolucionario de Calles, y que hoy cuenta también con un gran simulador revolucionario y con las mismas costuras caudillistas y autoritarias de ‘jefe máximo’ y aspirante a un nuevo Maximato -desde la misma condición de analfabeta idolatría guadalupana de un pueblo y un electorado mexicanos apartados del derecho a la calidad educativa y a la civilidad política y democrática para la elección de sus representaciones en el poder público-, donde el sobrado poder autoritario de la falsa legitimidad electoral ganada con el evangelio de la redención moral, le posibilita todo género de tratos y concesiones de poder, tanto con las más pervertidas y criminales organizaciones dedicadas a la industria de la democracia electorera, cual la inmundicia del Partido Verde, como con las del narcoterror, a las que declara abiertamente la más amplia tolerancia y la suprema cobardía y sumisión de su Gobierno, para que el país, bajo la máxima ficticia de la regeneración moral, siga muriendo a tiros de sicarios y víctima del mismo analfabetismo absoluto y funcional que hunde a México entre los pueblos más iletrados y corruptos del mundo entero.

SM

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