La última palabra
Jorge A. Martínez Lugo
“Miedo en Chetumal”, es el título de la columna con la que inicia el espléndido libro digital que circula en internet en días recientes, de los autores Carlos Barrachina Lisón y Nicolás Lizama Cornelio “Colinas”. Es un libro de periodismo convertido en literatura.
El miedo, es uno de los ejes de análisis de la muy atinada colección de 139 columnas políticas y 41 caricaturas periodísticas, publicadas en medios digitales entre 2016 y 2020 y que nos presentan en una muy bella edición, con el título: Quintana Roo: Gobierno y élites políticas, bajo el sello de Editorial E-Dae.
“Muy decepcionado” es el nombre de la caricatura que ilustra la portada, en la que se observa la geografía humanizada del Estado de Quintana Roo, sentado cansino en una vieja silla, lleno de curitas y cicatrices en todo el cuerpo, hablando para sí mismo: “Una muy sabia lección de las campañas: no todo lo que brilla es oro”. Ambos ejes de análisis, opinión y crítica política, conducen al lector a lo largo de tres capítulos, en los que los autores dividieron la obra: Campaña 2016, Gobierno y Élites políticas. Los autores se enfocan en el grupo “Finanzas” y el grupo “Tepito” que rodean al actual gobernador, además de los grupos Félix-Borge y Joaquín, además de los partidos y actores políticos que actúan individualmente en el Estado y los Municipios.
EL MIEDO
El primer eje, el miedo, se vivió en la burocrática Chetumal y el sur de Quintana Roo durante el infame gobierno de Borge. Miedo desde un principio, ante la descarnada “reingeniería” administrativa, como se nombró eufemísticamente al despido masivo y recorte de salarios para hacer frente a la mega deuda heredada por el corrupto gobierno de Félix, personificación de la nueva generación de jóvenes gobernantes con los que el priismo regresaba al poder.
Miedo, que llegó al límite del terror durante el último año, ante la amenaza borgista contra los servidores públicos que mostraran alguna simpatía por UNE, aunado a la coacción para que votaran por el partido del gobierno, como si los trabajadores le pertenecieran a la élite en el poder como un “derecho de pernada” política, para usar un término de Jorge González Durán en su impecable prólogo del libro. El mismo miedo, que se volvió a repetir cuando los nuevos integrantes del gobierno del cambio llegaron a las dependencias pateando puertas y, contrario al discurso de CJ de que los trabajadores iban a ser respetados, impusieron un clima de terror ante los nuevos despidos contra los mandos intermedios y personal de confianza, cuando la gran mayoría, también hartos, dieron el triunfo de manera silenciosa al tan anhelado cambio.
DECEPCIÓN
Decepción, el segundo eje de Barrachina y Lizama, ante un cambio que desde el comienzo enseñó el cobre, con un plan de gobierno que llegó retrasado y que fue elaborado por despachos externos al Estado y por la élite proveniente de Puebla, simulando una apresurada consulta, como en los viejos tiempos, ¿cuál cambio?
Conforme va avanzando la lectura de las columnas y las caricaturas, la decepción estatal se funde con la decepción nacional, ante otra esperanza que tiende a perderse y que está dando pauta a que las élites estatales que creíamos derrotadas o alejadas, estén ya trabajando para retornar al control de las arcas estatales.
Vaya una sincera felicitación a ambos autores, por esta obra en la que lograron fusionar las ciencias políticas y la expresión artística, para ofrecernos un documento valioso y estéticamente agradable.
El análisis del juego político de las élites, a cargo de Barrachina, doctor en Ciencia Política y catedrático de la Universidad de Quintana Roo, se conjuga con la caricatura que “es un dardo certero, sirve para desnudar al rey y a su corte” como afirma Colinas en su excelente introducción del libro, en la que agrega: “El ‘monero’ cumple las fantasías del lector, de salir del anonimato y gritar que todos los gusanos son hijos de la misma guayaba”.
Quintana Roo: Gobierno y élites políticas, es un libro de lectura imprescindible, resultado del ejercicio periodístico cotidiano a lo largo de un lustro que, leído a lontananza, permite alcanzar una visión más completa y mejor comprensible del devenir político de nuestro Quintana Roo, atrapado en el miedo y en la decepción. El lector tiene la última palabra.