Signos
Habría un montón de cosas por decir. Tres son ineludibles. Una: Alguien debe estar sintiendo pasos en la azotea del arrogante Tribunal Constitucional y otras tan onerosas y estériles autonomías. Dos: La ganadora absoluta del país tendría que empezar mostrando su fuerza contra la voracidad del Verde, que asumirá oprobiosas posiciones de negociación en el trámite parlamentario de las reformas constitucionales pretendidas por el obradorismo. Tres: Nadie ha dejado el supremo poder con el mayor y más legítimo poder en la historia y la mayor convicción antirreleccionista. Cuatro: Y eso tiene sólo dos vías de ejercicio del mandato popular heredado: se asume como autoritarismo populista o como alternativa de solución definitiva de dos problemas cruciales para la nación: la calidad educativa y la inseguridad derivada de la impunidad, que no fueron atendidos por ese jefe del Estado mexicano más reconocido de todos los tiempos.
SM