Trump: la fiera no es como se pinta

El minotauro

Por Nicolás Durán de la Sierra

En lo que va de esta semana, en sus diálogos matutinos la presidenta Claudia Sheinbaum ha llamado una y otra vez a la cordura respecto de las poses de su par Donald Trump, de sus decires muchas veces casi risibles como cambiar el nombre del Golfo de México; con tino, ella ha reiterado que más que en sus palabras, hay que fijarse en los decretos que expide, en sus órdenes por escrito, que son las que pesan.

De entrada, el aplicar nuevos aranceles a los productos mexicanos y canadiense no se ha tocado mas que en el estrafalario discurso del norteamericano y no se prevé que el tema entre en las negociaciones del TLC porque, antes que nada, no le convendría a los Estados del sur de Estados Unidos y, de hecho, Texas y California ya protestaron por los amagos de Trump al respecto.

Lo del asunto migratorio, tema recurrente en la agenda binacional, no presenta novedades: en síntesis, Trump anunció el regreso del programa “Quédate en México” de 2017, el que aplicara a su llegada por vez primera a la Casa Blanca, y el que a la larga fue poco exitoso. A diferencia de lío del fentanilo, ese problema es nuestro, no de ellos, que lo que buscan es vigilar su frontera.

Desde luego, el programa viola los derechos humanos de cientos de miles de migrantes (no sólo mexicanos) y es el resultado de la visión radical de Trump, reflejo a su vez de la visión de la mayoría norteamericana que votó por él. En Palacio Nacional se habla de una buena vecindad, no de amistad. Vaya lío el de la frontera, pero no es la primera vez que lo enfrentamos.

Claudia Sheinbaum, profunda conocedora de nuestra historia y sobre todo la de los últimos dos siglos, sabe que la relación con Estados Unidos siempre ha sido difícil, que muchas son nuestras diferencias y por ello habla de soberanía real, no de subordinación al vecino del norte por una ilusoria economía compartida; la bisutería con la que se deslumbra la derecha.

Si bien la fiera no es tan fiera como alardea, hay que tener la cabeza fría, pues Trump es un provocador. En su libro Nunca tires la toalla, anota “me encanta una buena pelea”. La 4T tiene una hoja de ruta para llevar una relación no tan áspera con éste. Recordemos que, como invitado especial a la Casa Blanca, López Obrador dijo a Trump: “ya ves, dijeron que nos íbamos a pelear y les falló el pronóstico…”.

Años después, en 2023, es una entrevista Trump diría: “tuvimos relaciones increíbles con México, su presidente es mi amigo. Es un hombre tremendo…”. El Palacio Nacional de México tiene un peso político internacional considerable y Donald Trump lo sabe. Esta no es una tormenta, sino un temporal. Claudia Sheinbaum está serena.

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