El Minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
En un reciente mensaje televisivo, el gobernador Carlos Joaquín informó que el Estado, como la mayoría de los Estados del país, había logrado vacunar contra el Covid-19 al 23 por ciento de su población de adultos mayores y que, con la llegada de muchas más vacunas en unas semanas, el porcentaje crecería de manera sustancial, pues se aplicará en nuestras ciudades más pobladas.
Su optimismo -el optimismo general- estriba en que, en tal plazo, según información federal, se contará con las vacunas fabricadas en el país: la AstraZeneca, que se envasa en el Estado de México y la china CanSino, que se procesa en Querétaro. Todo esto aparte de la llegada de grandes lotes del fármaco procedentes de Rusia, con la Sputnik V, y la de Pfizer, de India y Bélgica.
En síntesis, tras superar la demora en la entrega de la vacuna por parte de Pfizer, que atribuye el retraso a la expansión de sus fábricas -en realidad, es resultado del acopio de la misma por parte de Estados Unidos, Israel e Inglaterra, lo que fue expuesto por México en la ONU-; luego del tropiezo y con nuevos refuerzos se espera que la vacunación en el país avance con rapidez y que para fines de año logremos controlar la epidemia.
Sin embargo, este alentador escenario, con 3.5 millones de vacunas aplicadas, muchas en segunda vuelta, no agrada a diversos medios informativos que, con perfidia, buscan el famoso “negrito del arroz” en el programa de vacunación. No señalan errores para mejorar la tarea, labor periodística, sino para denostar a su fantasma de siempre: el presidente López Obrador.
En lo nacional, para ilustrar, lo acusan de favorecer a los Estados que le son afines, a los que se les entregan más vacunas, aunque el porcentaje de inoculación sea casi igual en todo el país, mientras que, en lo local, por ejemplo, se acusa a su Gobierno de no predecir el poco aforo al punto de vacunación en Bacalar, aunque ello corresponda a los Gobiernos estatal y municipal.
No sobra enfatizar que, ante esta terrible pandemia, los medios de comunicación tienen el deber de orientar y apoyar la política sanitaria del Estado Mexicano, no las de un Gobierno, más allá de sus intereses y sus fobias. Desalentar la campaña sanitaria, va en contra de todos. Debiera haber una vacuna contra la mala leche.